La cena de Navidad más extraña

Los hermanos de Raquel han estado semanas hablando para encontrar la fórmula para verse todos estas fiestas sin juntarse los veintitrés de cada año. No ha sido fácil. Todos estaban de acuerdo en repartir los encuentros durante los días señalados en grupos pequeños, pero todos querían estar con los padres en Nochebuena para comer el cochinillo, el plato típico en casa de la familia Utrera en Navidad. La familia de Miguel vive toda lejos, entre Bélgica y Barcelona, y este año pandémico ya descartaron venir a Madrid hace tiempo.

Al final todos han cedido un poco a cambio que harían una videollamada con la televisión del salón para verse todos durante la cena, y además que todos comerían el mismo cochinillo hecho por la madre, y con el mismo vino. “De eso me encargo yo”, dijo Miguel en el chat familiar. Desde el confinamiento de la primavera, la pequeña tienda de vinos donde siempre compra Miguel se ha modernizado y ha empezado a vender por internet. Con una pequeña inversión han recuperado la página web que no actualizaban desde que el sobrino del propietario se marchó a estudiar a Toronto en 2010 -y ya no ha vuelto- y la han convertido en un e-commerce que les está salvando la vida. Miguel ha encargado cinco cajas con tres botellas de Coraje de Bella Pilar y una de cava. Cada caja la enviarán a casa de cada uno de los hermanos con la condición de que solo la podrán abrir el día de Navidad.

Pedro, el hermano mayor, ha hecho lo mismo con los turrones y mantecados de Casa Conchita de Alicante. Normalmente aprovechaba un fin de semana de diciembre en el apartamento de la playa para hacer la compra grande para las fiestas. La gestión del cochinillo ha sido más complicada. Herminia, la matriarca segoviana, cada año empieza a cocinar las tres piezas de 4 kilos cada una por la mañana del día 24. Este ha empezado antes para dar tiempo a que Luis, el mediano, pudiera repartir las raciones en casa de cada hermano a primera hora de la tarde. Como el cochinillo hay que comerlo recién salido del horno, en cada casa tienen que hacer la última cocción, todos a la misma hora, para que a las nueve de la noche estén todos sentados en la mesa con el cerdito bien dorado y crujiente. Herminia, no estaba segura de que saliera bien el invento. Llegó a plantear a sus hijos de cambiar el menú de Nochebuena y casi se le monta un motín familiar.

El año más extraño de sus vidas acabará con la cena de Navidad más surrealista. Maria, la mujer de Pedro, es técnica informática, y al mediodía ha pasado por las casas de cada hermano para montar el dispositivo tecnológico. Lo más importante era conseguir un cable para pasar la señal del ordenador portátil a la televisión grande del salón. Pero luego había que poner el portátil encima de la mesa para que la cámara cogiera bien a todos los comensales, y además tenían que mover la mesa del comedor para quedar delante de la televisión. Los aparatos ahora son tan grandes que ya no se pueden mover como antes. Un tinglado considerable, pero básico para una noche especial en la que, por primera vez, no estarán todos juntos en carne y hueso, aunque sí en píxeles y bits.

Los padres, Herminia y Prudencio, están en casa de Miguel y Raquel esta noche. Se les nota un poco tristes. Es el primer año que la casa no está llena de vida ya a media tarde del día 24, con niños corriendo por los pasillos nerviosos a la espera de la llegada de Papa Noel. “Tenemos que cuidarnos, mamá”. “Lo sé, hija, pero me cuesta, soy mayor para estas cosas”. Mientras esperan que se hagan las nueve, y con la mesa puesta con todos los adornos de Navidad de cada año, y con el cochinillo dorándose en el horno, Raquel descorcha una botella de Carisma bien frío. “¿Conocéis los vinos Bella Pilar?”. Los padres miran la botella de los bailarines con curiosidad. “Son el descubrimiento de este año. Hoy para cenar tenemos el Coraje, que es un tinto perfecto para carnes como el cochinillo, de la misma bodega”, les cuenta Miguel. Coraje es el adjetivo que mejor define su vida este 2020…

A las nueve, como por arte de magia, en las cinco pantallas de televisión de los cinco salones de los cinco hermanos Utrera, aparecen todos sentados y vestidos, como cada año, con las mejores galas. “¿Tenéis todos el Bella Pilar preparado? Pues descorchadlo y servid las copas que haremos un brindis como merece la ocasión”, apunta Raquel, que añade: “Id a buscar un rotulador. Este momento hay que guardarlo para siempre, esta cena de Navidad pasará a la historia”. Les cuenta lo de la etiqueta de las botellas Bella Pilar y todos se ponen a escribir su mensaje para la posteridad. El nieto más rápido coge el móvil y en el momento del primer brindis hace una foto a la pantalla. “Pasa la foto al grupo de la familia y la colgamos todos en Instagram”. #momentosbellapilar

¡Feliz Navidad!

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