Una barbacoa Solemne

El primer sábado de octubre está siempre marcado en rojo en el calendario. La liga de veteranos de fútbol sala empieza la segunda semana de ese mes, y qué mejor entreno de pretemporada que una barbacoa copiosa bien regada de vino. La acostumbra a organizar Miguel, que tiene un buen jardín y una barbacoa de obra al fondo que es la envidia del equipo. De hecho, la casa entera es envidiada de todos quienes la visitan por primera vez. A Miguel le van bien las cosas, nunca lo ha negado, pero se lo ha trabajado. Sin herencias de los padres, todo lo que tiene se lo ha ganado trabajando 12 horas al día. Y su mujer tampoco se gana mal la vida. Sin los ingresos de la clínica dental no disfrutarían de la vida que tienen.

Como ya es una tradición, cada uno ya sabe lo que tiene que traer para la barbacoa. Hicieron la lista hace cuatro años y solo tienen que recuperarla. A Iker le toca traer el vino siempre, y le gustaría traer el que bebió con Blas en verano en la brasería, que le gustó mucho, pero no recuerda el nombre. “Bella Pilar, los encontrarás en muchos sitios ya, pero te recomiendo la tienda vinos de Juan, allí va siempre Miguel”, le responde Blas por Whatsapp.

“Para una barbacoa, sin duda, te recomiendo el Solemne, es de los nuevos de Bella Pilar”. Cuando Juan le enseña la botella ya se acuerda. Los dos bailarines en esa postura extraña pero divertida. Se nota que lo están pasando bien. A Iker le gusta vivir la vida con intensidad y sin ataduras, y cuando le hablan de responsabilidades los amigos, huye, pero cada vez más se da cuenta de que no puede seguir igual. A punto de los 45, la cabeza empieza a dar vueltas. Esta vez les está costando más de lo habitual encontrar trabajo, y nota que la edad ya un factor que echa para atrás a los de RRHH. “Ponme una caja de seis, ¡no creo que sobren muchas!”.

El nombre del equipo lo escogió Abel, el chistoso del equipo. Montaron el equipo después de ver la película ‘Días de Fútbol’, y aunque de los del principio solo quedan cuatro, el nombre se ha mantenido. Es ya un clásico que las ligas de fútbol amateur, donde gente que no entrena quiere ser Messi y se juega los ligamentos de la rodilla en cada partido, se pone el nombre haciendo un juego de palabras con nombres de equipos reales. Steaua del Grifo, Maccabi de Levantar o Nottingham Prisas. Pues ellos, en honor al equipo turco, Agathaysaray.

El día de la barbacoa del futbol, Raquel y Elisa saben que tienen que buscarse un plan. Es el día de los chicos. O de los padres, ya, la mayoría. Van llegando a partir de las doce del mediodía. Por suerte el día acompaña. Hace un buen sol, aunque en octubre ya no se puede ir con manga corta al aire libre. Miguel ha dejado la puerta del jardín abierta mientras pone en marcha el fuego. Mientras observa las primeras llamas, da el primer sorbo de Temple. Una botella que había quedado en la nevera a medias de la noche anterior. Una botella entera para él y Raquel es demasiado. “¡Miguel, estás hipnotizado por el fuego!”, le espeta Abel, que ha llegado con Iker. Luego llega Blas, y al cabo de unos minutos aparecen los demás.

Lo mejor de una barbacoa es el rato que pasa entre que la enciendes y te sientas a comer. Mientras dura el proceso, que no es corto, vas hablando, picando patatas y cacahuetes, y bebiendo, sobre todo bebiendo. Todos felicitan a Iker por haber descubierto un nuevo vino. El Solemne triunfa. Los futbolistas que no conocían los Bella Pilar se sorprenden, e incluso algunos dejan los tercios de cerveza del aperitivo para unirse a los fans de la uva fermentada. Y los que ya los habían probado, celebran el nuevo hijo de los bailarines.

Cuando los chuletones, el cordero y la panceta ya estaban asadas, justo antes de sentarse durante unas horas, llegó el momento de la foto de equipo. Tienen esta foto des de hace 15 años. A todos les hace ilusión ver el paso del tiempo, a pesar de los quilos de más y los cabellos de menos. Abel cogió el trípode –de esos pequeños de un palmo de altura–, lo coloca encima de la mesa y prepara el marco. “Miguel, tu aquí quieto, y todos a su derecha… venga tíos, que luego todos queréis esta foto!”. Cuesta que nueve hombres felices y alegres se alineen. Cuando lo consiguen, Abel marca 10 segundos para la autofoto. “Disparo…”. “¡Un momento! !Falta el último fichaje!”. Iker corre hasta la mesa, agarra una botella todavía por abrir de Solemne y se vuelve a colocar en su sitio. “¡Agathaysarayyyyyyyyyyyy!”.

Mientras la alienación se disuelve, Abel envía la foto al grupo de Telegram e Iker se va a buscar un rotulador dentro de la casa. “¡Chicos! Escuchad: apunto en la etiqueta de la botella un mensaje, un deseo, un objetivo: ¡Este año sí seremos campeones!”. #momentosbellapilar

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